El Rincón de Javier Rojas Asensio – La Historia de Toledo – La Prehistoria

 

            La ciudad de Toledo se asienta sobre un gran peñón bordeado por el río Tajo, por pequeñas colinas graníticas, los Cerros del Valle, y por extensas vegas que se abren hacía el Norte, cuyos suelos, compuestos por arcillas, arenas y margas del Terciario forman el amplio Valle del Tajo.

            La zona reúne, por tanto, unas condiciones estratégicas y naturales que favorecieron los asentamientos humanos.

 

Toledo Prehistórico: El Cerro del Bu

            El topónimo que da nombre al cerro tiene un origen bastante antiguo. Ya en un documento fechado en 1278 se hace referencia a la venta de un terreno situado en el majuelo del Bum, en el pago de Val de la Degollada. El vocablo Bum en árabe significa búho.

 

 

           Los orígenes de Toledo no están aun totalmente esclarecidos, aunque existen varias teorías sobre el mismo.

 

            La mayoría de los estudiosos basan su origen más en la leyenda que en el hecho real; casi todos afirman que su fundador o fundadores vinieron de tierras lejanas: Oriente, Grecia, Caldea, etc. Sin embargo, los últimos estudios han permitido constatar la existencia de restos arqueológicos del Paleolítico Inferior en ambas márgenes del río Tajo, con predominio en la margen izquierda. Al mismo tiempo, parece ser que el primitivo asentamiento del núcleo urbano toledano fue en el próximo CERRO DEL BU, situado al sur, donde han podido apreciarse vestigios de construcciones de la Edad del Bronce (2000 años a.C.).

 

 

          En todo caso, lo que sí puede afirmarse es que Toledo es una de las ciudades más antiguas dentro de la geografía española nacida de forma embrionaria a partir de varios castros, localizados entre el Castillo de San Servando y el Puente de San Martín.

 

 

          Se localizaron yacimientos de menor entidad en lugares como la piedra del Rey Moro, el cerro donde se ubica actualmente el Parador, las elevaciones del Arroyo de la Degollada o el Cerro de la Virgen de la Cabeza.

 

 

           Con la llegada de tribus extranjeras a la Península Ibérica, los pobladores de las distintas regiones abandonaron sus defensas naturales y buscaron refugio en parajes de difícil acceso. Por ello, “todas las tribus que rodeaban el cerro toledano y que estaban asentadas en la margen izquierda del río Tajo se refugiaron en él, con lo cual se formó el primer núcleo de población dentro de la hoz del río…..”(1).

            El cerro ofrecía una defensa natural muy valiosa al estar rodeado por el Norte, Sur y Este por el río Tajo y el interior por doce colinas aisladas, de las que nueve tienen gran importancia y un único acceso posible desde la extensa llanura.

            Según afirma Manuel Carrero de Dios… “la primera parte ocupada del cerro se puede situar en la zona comprendida entre el Cristo de la Luz y el Tránsito, las colinas del callejón de los Usillos, Instituto y Virgen de Gracia”. (2)

 

 

 

          La estratégica defensa permitida por la corriente del río Tajo, así como, la gentil presencia de sus aguas junto a las fértiles vegas, condicionaron desde la Edad del Bronce el asentamiento humano, como lo confirman los restos arqueológicos hallados en el Cerro del Bu. Con los últimos descubrimientos disponemos de datos interesantes para concretar los habituales instrumentos de pesca, las tipologías propias de su arquitectura, así como recursos básicos de su gastronomía, entre los que destaca el pan de bellota, pues sería esta “piel de toro” una enorme masa de encinar que, como diría Estrabón, una ardilla podría cruzar de norte a sur sin bajarse de las copas de los árboles.

 

 

 

Toledo, asentamiento de tribus celtíberas

            El asentamiento de las tribus celtíberas supuso la formación de un castro sin espacios urbanos definidos con calles pequeñas, más o menos ordenadas sin otra función que separar las distintas manzanas que, de pequeñas dimensiones, debieron contener tan sólo una o dos casas.

            La población estaba cercana, con una o dos puertas de acceso, dada la inseguridad de aquellos tiempos.

            Como ciudad carpetana, fue el peñón rocoso el espacio principal de expansión urbana, si bien, con una topografía mucho más abrupta que la actual, poco a poco adecuada a las necesidades de la población.

            Este primitivo asentamiento fue ocupado por las huestes romana desde el año 192 a.C., según los textos de Tito Livio.

 

 

Bibliografía básica:

  • Memoria Histórica del Formulario de Inscripción en Lista del Patrimonio Mundial de Toledo – 20 de diciembre de 1.985 – I.P.H.E. (Instituto del Patrimonio Histórico Español).

  • Toledo en 59 preguntas – Ediciones Covarrubias – J. Andrés López-Covarrubias Martín-Caro. 1ª Edición- Noviembre 2011

  • Rutas por Toledo “Entre la historia y la leyenda” – Jaime Moraleda Moraleda. Año 2017 Ediciones Orbe Dinamic.

Fotografías: Javier Rojas Asensio

 

 

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