El Rincón de Javier Rojas Asensio – El espíritu de los Conventos

 

Introducción:

 

    “Pues consideremos que este castillo tiene muchas moradas, unas en lo alto, otras en bajo, otras a los lados, y en el centro y mitad de todas ellas tiene la principal….” – “La puerta para entrar en este castillo es la oración” – Santa Teresa de Jesús, Moradas del Castillo interior, Moradas primeras.

   Esta es una de las historias de las “moradas” de otro castillo interior, abrazado por el Tajo.

 

   A comienzo del siglo XIX todavía existían veintitrés monasterios de monjas de clausura en la ciudad. Las causas de la desaparición de siete de ellos, en menos de doscientos años, fueron la Invasión francesa, la Desamortización, la Guerra Civil de 1936 y la despoblación. Con ellos se perdió una parcela importante de nuestro espiritual, histórico y artístico.

 

(Referencia introductoria tomada del Libro “Conventos de Toledo” de Doña Balbina Martínez Caviró… Ediciones El Viso, 1990).

 

 

 

Convento de Santo Domingo el Real

 

Orden de Predicadores:

   La Orden de predicadores – “Ordo predicatorum” – o de los dominicos fue fundada, con la aprobación del papa Honorio III – bula de 22 de noviembre de 1216 -, por Santo Domingo de Guzmán, un español nacido en Caleruega (Burgos). La primera casa fue la de Toulouse (Francia).

La expansión por España de la Orden fue rápida, según atestiguan las actas del Capítulo Provincial de Toledo de 1250, en las que enumeran veinte conventos. El primero de los femeninos fue el de Madrid, nacido en vida del propio Santo Domingo.

 

 

Algo de historia

   Santo Domingo el Real de Toledo es un auténtico espejo de la historia de la Ciudad Imperial desde la Baja Edad Media. El monasterio fundado allá por el año de 1364 en una de las zonas con más sabor de esta capital, ha permanecido a lo largo de los siglos bien asentado y a pesar de los avatares, tanto buenos como malos, que en la historia se han sucedido.

   Su origen se remonta como en tantas otras ocasiones a la voluntad de una dama de la nobleza castellana deseosa de generar un convento en su morada. Inés García de Meneses, viuda del alguacil Sanz de Velasco. Con licencia de las autoridades civiles y eclesiásticas y con el apoyo de los frailes predicadores instalados en Toledo desde la época de Fernando III el Santo, originó en compañía de otras señoras la génesis de la comunidad en la colación de San Vicente, ocupando lo que en la actualidad es la zona noroccidental del cenobio.

 

   Los siglos XIV y XV representan por una parte la culminación en las relaciones entre convento y monarquía que llevarían a aquel a convertirse en lugar de recogimiento de infantas y otras señoras ligadas directamente con las casas reales de Castilla y Aragón; por otra, es época en la que se alcanza un gran esplendor en todos los campos, incluyéndose el artístico del cual aún restan notables testimonios como el coro o el patio del Moral. Se debe mencionar también que en este coro se enterraron varios infantes, hijos de Pedro I, relacionados íntimamente con algunas prioras como Teresa de Ayala y María de Castilla, hija asimismo de ese monarca. Desde estos momentos muchos vástagos de la nobleza elegirían esta comunidad para tomar el hábito por lo “saneado y espacioso” de la casa tal como se recoge en varios documentos.

   Hay que recordar que fue precisamente en la segunda mitad del siglo XV cuando residió en este convento Santa Beatriz de Silva, fundadora de la Orden de las Concepcionistas. Santa Beatriz llegó a Toledo insatisfecha de su vida en la Corte donde era dama de la reina Isabel de Portugal, y con deseos de retirarse del mundo. Santo Domingo le pareció el lugar adecuado y durante 34 años convivió con las religiosas haciendo una vida devota en la que fraguó su idea de crear una orden dedicada a la Inmaculada Concepción a la que tantos favores debía. Con la ayuda de la reina Isabel la Católica en el año 1481 abandonó definitivamente los claustros y celdas de este monasterio para fundar la Casa Madre de la nueva congregación. El recuerdo de la Santa es bien patente para todos aquellos que tiene la dicha de visitar o vivir en este monasterio.

   Gracias a la intervención de los Reyes Católicos cuya “dilecta tía” Catalina de Castilla fue priora en esta casa durante casi cuarenta años, se produjo una reforma espiritual en buena medida en todos los conventos femeninos de la Orden de Predicadores. En nuestro caso las protagonistas de esta reforma fueron en los albores del XVI, las hermanas del ya extinto convento toledano de la Madre de Dios como María de Silva o Catalina de Mendoza, que introdujeron en Santo Domingo una espiritualidad más próxima a los principios impulsados por Cisneros y tantos otros en esta época.

 

   En este siglo la comunidad siguió siendo un notable mecenas para el que trabajaron artistas de gran renombre tales como Juan de Borgoña, Diego Velasco de Ávila, Juan Bautista Monegro, y otros tantos que trabajaron para instituciones de tanta relevancia como la Catedral Primada o los monarcas reinantes. También sobresalieron religiosas de existencia virtuosa con fama reconocida en su época y cuya vida se recoge en diferentes crónicas. Entre éstas podemos destacar a Ana Duque o Francisca Gudiel, mujeres emprendedoras y que encarnan las gracias más características de la vida cristiana.

   La iglesia, excepcional ejemplo del Renacimiento hispano se levantó sobre una anterior en la segunda mitad del siglo XVI, ornándose con altares de bellísima factura en los últimos años de este siglo y en los inicios del siguiente. Su exterior, pórtico único en la ciudad de Toledo que inspiró al poeta romántico Gustavo Adolfo Bécquer, es de armónicas y elegantes proporciones aunque hayan desaparecido las esculturas que en otro tiempo tuvo. Además se emprendieron otras obras durante esta época como son el claustro de la Mona (en la actualidad propiedad de una comunidad de Comendadoras de Santiago) o la realización de la sillería del coro y retablo mayor de este espacio, obra capital de la escultura plateresca toledana.

 

 

 

  En los siglos XVII y XVIII se inicia una inexorable decadencia como ocurre en general con Toledo, en el número de religiosas. No obstante todavía en estas centurias la vida dentro de los muros que constituyen Santo Domingo el Real sigue siendo esplendorosa tanto en espiritualidad como en trabajos emprendidos por las monjas. Los Borbones reemprendieron una estrecha relación marcada por la protección de la institución monárquica al convento. Felipe V, Luis I y Fernando VI confirmaron todas las gracias y exenciones obtenidas desde antaño, y aún dieron algunas más como limosna.

   Carlos III como ya lo habían hecho otros reyes, sanciona el privilegio de patronazgo regio a favor de este monasterio. El mecenazgo artístico al que antes habíamos aludido también se perpetúa entre 1600 y 1800. En algunas ocasiones gracias al interés particular de algunas religiosas como las prioras Ana María Portocarrero o Antonia María de Perea. La primera que encargó y pagó en parte el fantástico retablo mayor de la iglesia en estilo barroco. La segunda que financió la construcción del arca del monumento a mediados del XVIII, que por fortuna aún hoy se conserva. O de monjas que por diferentes circunstancias gastaron sus bienes y rentas en alhajar la casa como Mariana de Herrera, Ana Enríquez, Isabel Nieto, y tantas otras. De esta época son ejemplos las obras de pintura de Tristán o Ángelo Nardi, de escultura de Narciso Tomé, o de plata de Manuel Vargas Machuca que subsisten. No queremos olvidar y tal como han sacado a la luz recientes investigaciones, la importancia que la música tuvo y tiene en la existencia del convento. Así durante el XVIII se contó con una pequeña orquesta compuesta por religiosas de habilidad sobrada que con sus voces e instrumentos ensalzaron las celebraciones litúrgicas siendo admiradas éstas en toda la ciudad.

 

   Durante el siglo XIX y a partir de ocupación francesa, Santo Domingo sufre un buen número de percances, que si bien no influyeron en la calidad de la vida en común, sí tuvieron funestas consecuencias en lo que atañe al patrimonio y bienes del monasterio que se fueron perdiendo a lo largo de esta centuria. La Desamortización de Mendizábal no solo privó a las dominicas de sus fincas urbanas y rústicas, también supuso un aldabonazo en otras propiedades, tales como objetos artísticos, que debieron ponerse en venta para la pervivencia de una comunidad que llegó de esta manera a una extrema pobreza. Esta situación llegó a su cenit en 1934, cuando por varios impagos de la contribución por falta de medios, todo el conjunto arquitectónico estuvo a punto de venderse en subasta pública.

 

La Comunidad

   Son de especial devoción en la comunidad, por supuesto N. P. Santo Domingo, que se celebra de forma muy especial desde la víspera con tradiciones como el despertar de la priora o el canto del “O Spem Miram”, Santa Catalina de Sena, Santo Tomás de Aquino y el entrañable San Martín de Porres, bajo cuya intercesión se reparó el convento en un momento en que amenazaba ruina.

 

   Un sabor muy particular tiene la procesión del Niño, en el tiempo de Navidad, en la que una bella imagen se pasea en brazos de la priora por las celdas siendo acompañado por los cantos populares de la comunidad, gozosa por el nacimiento de Cristo.

   La iglesia del convento guarda la imagen de Nuestro Padre Cristo Redentor, bellísima imagen de Nazareno con la cruz a cuestas propiedad de la comunidad, y obra castellana de finales del XVI, que es la titular de un prestigioso capítulo de caballeros penitentes. Esta Hermandad procesiona la talla del Redentor la noche del miércoles santo por las recoletas calles toledanas ofreciendo un espectáculo de arte y fe de memoria imperecedera.

   

 

 

 

 

 

Referencia histórica tomada de la Web de la “Familia Dominicana” – Dominicos.

https://www.dominicos.org/familia-dominicana/monjas/las-federaciones/de-santo-domingo/santo-domingo-real-toledo/

 

Fotografías de: Angel Martinez Torija

Autor: Javier Rojas Asensio

 

 

Comentarios

  1. Javier Rojas
    Javier Rojas 8 febrero, 2018, 12:47

    Ángel…. creo que nos ha quedado “bien”….posiblemente extenso de lectura… pero es que su historia e importancia en la ciudad de Toledo es muy amplia y trascendente en la Historia Toledana…

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