Victorio Macho – “El hermano Marcelo”


 

   En el año 1920, Victorio Macho hizo una estatua yacente de su hermano, Marcelo. Se puede decir que es su primera gran obra de su etapa de madurez.

 

 

   Marcelo, era una persona muy diferente a Victorio Macho. Murió de tuberculosis y aquejado en sus últimos momentos, de trastornos mentales causados por un amor imposible, ya que el joven Marcelo, soñador e idealista, se había enamorado de la reina Victoria Eugenia.

 

   La muerte de Marcelo en el año 1919,  afectó mucho a Victorio Macho, quién poco tiempo después del entierro de su hermano en el cementerio santanderino de Ciriego, se encerró con todo su dolor en su taller de Madrid, y sin que lo supiera nadie, inmortalizó la esbelta y noble figura de su hermano, creando una la obra a la que tenía más cariño, junto a la de su madre.

   En esta obra, una de las más admiradas del artista, supo reflejar el drama de la muerte en la juventud. Se trata de una escultura que conmueve, emociona, sobrecoge……

 

   Está esculpida en mármol y granito gris sin pulir, tendida sobre un sencillo plinto de piedra, exento de ornamentación alguna.

 

   El hermano Marcelo, quedó inmortalizado en esta obra, con el hábito franciscano, si bien no era ningún monje. La capucha monacal deja ver el cadavérico rostro de Marcelo, suavemente caído sobre el hombro izquierdo, en un apacible sueño. Ocultas bajo las largas mangas de la mortaja y cruzadas sobre el pecho, las manos, sujetan una cruz de granito pulido. Tanto la cara como los pies, están hechos en mármol patinado.

 

  Se trata de una de las esculturas funerarias más inspiradoras de todo el arte español, en la que es posible evocar el arte de Berruguete ó del propio Theotocópuli.

 

 

  Esta escultura se dio a conocer en 1921, en Madrid, en su exposición del Museo de Arte Moderno, constituyendo todo un acontecimiento. Acudió a con templarla, entre otras personalidades, Su Majestad Alfonso XII y la reina.

   Victorio Macho, quiso que esta obra, tuviera como emplazamiento definitivo, un lugar sagrado, bajo las arcadas góticas de la Catedral de Palencia. El escultor, la donó al templo para que fuera ubicada en alguna capilla o en la sacristía, pero el cabildo puso muchas objeciones, que hicieron que el artista, decepcionado, terminase por llevarse para siempre tan bella obra, de su ciudad natal, Palencia.

   Esta obra figuró en otras exposiciones, como en la Bienal de Venecia, en Bogotá, en Lima, etc….., despertando siempre entusiasmo y admiración por parte del público y de la crítica.

   A su regreso de Hispanoamérica en 1952, Victorio Macho colocó esta tan importante obra suya, en su casa de la Roca Tarpeya, en una cripta, bajo una pequeña claraboya de cristal en forma de cruz, la cual proporciona una luz suave y tranquila a la obra.

 

 

 

 

 

  Victorio Macho, años después de la realización de esta obra, narró a un periodista como concibió la escultura de su hermano:

Era el benjamín de la casa. No se puede, No se debe morir tan joven… yo lo amaba con infinita ternura. Era un hombre bueno… Vivía yo en Madrid. Mi hermano con mi madre, residía en Santander. Mi pobre hermano enloqueció. Yo fui siguiendo el curso de su enfermedad. Recibía diariamente telegramas que me avisaban de su gravedad. Mis ocupaciones me impidieron viajar en tiempo oportuno. Hubo una lamentable equivocación en el envío de un despacho. Llegué a mi hogar cuando mi hermano había ya fallecido. El cuerpo muerto vestía un sayal según la costumbre de Castilla. Su muerte fue un zarpazo para mí. Sufrí un tremendo choque nervioso. La tremenda impresión no me dejó lugar ni a las lágrimas. Quedé muy breves momentos contemplándole. No quise, desde ese momento, verle más. La emoción de aquel momento fue tan intensa que la imagen de mi hermano difunto me quedó grabada en mi alma. No, no tomé mascarilla… En el cerebro llevaba la imagen de Marcelo. Pasó un año de su muerte y un día decidí trabajar en su estatua yacente… Me oculté una serie de días, sin que nadie supiese lo que hacía. Ni mi familia. Trabajé febrilmente, al pobre reflejo de una lámpara, para dar sensación de muerte. Al modelar el rostro sentía como una presencia detrás de mí, que me paralizaba sobrecogiendome. Al terminar, me asusté de encontrarle más parecido que él mismo…, lo hice con un cariño fraternal, me vengué de la muerte, arrancando la vida de mi hermano a sus garras impiadosas… Recuerdo también, una vez terminada la estatua, pasados veintiocho días de trabajo solitario, al franquear las puertas del taller, a mi madre, mi esposa y mis hermanas, quedando fuertemente impresionadas al ver la realidad de la obra”.

 

 

FUENTES:

 

   Texto de:

VICTORIO MACHO. Vida, Arte y Obra.

Edita: Excma Diputación Provincial de Palencia

Texto y Maqueta: Jose Carlos Brasas Egido

© Diputación Provincial de Palencia

© del texto: Jose Carlos Brasas Egido

Depósito Legal: P.128-1998

I.S.B.N.: 84-8173-067-X

 

    Fotografías de

Angel Martinez Torija

 

Categorías: Museo Victorio Macho

Comentarios

  1. Javier Rojas
    Javier Rojas 7 febrero, 2018, 21:52

    Ángel un gran trabajo…. las imágenes impresionan… La escultura de VICTORIO MACHO fuera de serie y el texto, tomado de su vida…un gran acierto.
    Adelante con tu labor…

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    • Angel Martinez Torija
      Angel Martinez Torija Author 10 febrero, 2018, 20:58

      Gracias, Javier. Me alegra que te guste. Todo lo relacionado con la vida y obra de Victorio Macho, es algo a lo que quiero dedicar un espacio especial en este blog.

      Contesta a este comentario

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